Al mes de setiembre, el crecimiento del crédito al sector privado siguió desacelerándose. Esto se explica por la menor demanda de préstamos de empresas más grandes (de mediana hasta el corporativas), que han tenido una menor necesidad por estos instrumentos, en línea con el menor ritmo de ejecución de sus planes de inversión. En contraste, el crédito a familias (de consumo e hipotecarios) ha mantenido un alto ritmo de crecimiento, similar al del 2018, principalmente por los mayores esfuerzos comerciales de los bancos, en un contexto de reducción en el costo de su fondeo.
En los últimos meses del año, se moderarán las tasas de crecimiento en la mayoría los segmentos. La inversión privada y el mercado laboral formal continuarán enfriándose, lo que se traduce en menor demanda por préstamos. Además, las instituciones financieras verán con mayor claridad aumentos en la morosidad.