Arranque del año accidentado por ola de convulsión social
En lo que va del año, hemos visto tres cambios que han estado definiendo el entorno de negocios.
La crisis sanitaria y el aislamiento social obligatorio han paralizado gran parte de la economía peruana y generado un cambio drástico y abrupto en la operatividad de las empresas. De hecho, la confianza empresarial sufrió su peor caída desde que se recoge este indicador y las empresas están tratando de mantener la operatividad en este nuevo entorno incierto y retador. Ello se refleja, por ejemplo, en que actualmente dos de cada tres trabajadores en las empresas miembros del SAE de APOYO Consultoría se encuentran bajo el esquema de teletrabajo.
A pesar de los grandes retos que están enfrentando las empresas en este nuevo entorno, la implementación del teletrabajo ha sido una experiencia positiva para la mayoría. Según lo revela el reciente sondeo SAE, el 52% de los encuestados califica la experiencia como excelente, mientras que un 38% la considera buena, aunque requiere mejoras en herramientas tecnológicas.
En los próximos meses, los esfuerzos de las organizaciones estarán concentrados en salvaguardar la salud financiera y cuidar la salud y seguridad de sus trabajadores.
Más aún, los ejecutivos que respondieron el sondeo estiman que, en promedio, el retorno a la normalidad en la operatividad de sus empresas – previa a la crisis del COVID-19– tomaría cerca de ocho meses. Por ello, además de las acciones que está tomando el Gobierno para frenar la crisis sanitaria, es clave formular medidas que permitan empezar a retomar la operatividad de la economía manteniendo controlado el riesgo de contagio del COVID-19.
En lo que va del año, hemos visto tres cambios que han estado definiendo el entorno de negocios.
Durante febrero se evidenció un descenso en el número de protestas a nivel nacional, así como una focalización de las manifestaciones en el sur del país, en particular en Puno.
Enero estuvo marcado por la intensificación de la violencia a nivel nacional, especialmente en el sur del país. La diversidad de actores y de intereses ha dificultado que el Gobierno logre identificar interlocutores válidos para entablar el diálogo; además, en el Congreso no se han alcanzado consensos para aprobar el adelanto de elecciones y con ello establecer una salida a la crisis política.